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¡Uyyyuyyy! Sólo con leer el título ya se te ha puesto mal cuerpo, con el calor que hace y ahora salgo yo con esto. Bueno pues sigue leyendo y verás que si lo estás haciendo bien no tienes que preocuparte demasiado.
El cloro se utiliza para mantener el agua de la piscina libre de bacterias y de hongos, esta acción se consigue graduando el pH del agua. El pH de la piscina debe situarse entre 7,2 y 8 y el de nuestra saliva suele estar entre 6,5 y 7. Al entrar en contacto el agua de la piscina con nuestra saliva, cambia el pH y causa que las proteínas de la saliva se descompongan muy rápido y puedan crearse depósitos en los dientes que favorecen la aparición de sarro, lo que se conoce comúnmente como sarro del nadador.
También puede causar la aparición de manchas marrones o amarillentas sobre todo en los dientes anteriores.Pero, no corras a sacar a los niños del agua, para que esto suceda tus hijos deberían pasar más de 6 horas diarias en el agua. Estos problemas suelen aparecer en nadadores profesionales.
Si haces natación de manera habitual o tus hijos practican este deporte entonces sí hay que tener más precaución, aunque son medidas muy sencillas: acudir a revisión con el dentista con algo más de asiduidad y realizar fluorizaciones para remineralizar los dientes.
Capítulo aparte merecen los daños que puede causar el cloro en piscinas mal mantenidas donde los niveles de cloro son claramente inadecuados. Cuando el pH de la piscina está alrededor del 2.7 y el 6 el contacto con el agua de la piscina puede causar una seria erosión del esmalte que cause sensibilidad dental acusada, manchas en el esmalte y un aumento en el riesgo de caries. Ya puedes respirar tranquilo y correr a darte un chapuzón sin miedo, que con este calor es lo que apetece.